1949 – 2024 + Q.E.P.D







1.- Mi vocación

Tengo la dicha de haber nacido un 27 de abril de 1949. Y vivido mi niñez en Colonia La Angelita, en el distrito de la hoy ciudad de Calchaquí, en el norte de la provincia de Santa Fe. En una familia cristiana. En una Colonia cristiana.

Mi vocación se inicia, no en un retiro espiritual, ni ante el Santísimo. Parafraseando a Amós (7, 14): “No soy hijo de sacerdote”, para decir que no estuve a la par de un sacerdote que me indujera y animara a ser sacerdote o me sedujera su estilo de vida.

Fue mi abuelo materno, José Pighin –padrino de bautismo quien me presenta ante el Padre Jeremías Masín y le dice: “anote a éste, Tomasito, mi nieto, para ser sacerdote”.

Y cuando me preparaba para la ordenación sacerdotal comprendí que en mi abuelo era la Iglesia la que siembra, señala y llama. (Y Monseñor Iriarte, en una de sus cartas pastorales, toma esto de mi abuelo y señala “la oración del abuelo” como siembra y cuidado de las vocaciones). Después fui haciendo mía la respuesta. Pero en contexto de Iglesia: ser sacerdote no como un gozo mío, sino como servicio a los demás (sin saber lo que eso implicaría. Sólo imaginándome). Y respondiendo con libertad en “tiempos de crisis” post-Concilio Vaticano II. Dos temas de estudio en el Seminario, siguen marcando mi vida: “Iglesia” y “Encarnación”.

Esa comunión de vida de la familia con la tierra y los animales, y con la naturaleza toda por medio del trabajo, marcó mi vida desde mi nacimiento.

Mis padres no fueron a la escuela. Papá no sabía leer ni escribir. Sólo aprendió a firmar (pero en su cabeza tenía una calculadora que se la llevó al cielo). Mamá aprendió porque su padre, mi abuelo, le enseñó a leer y escribir como él sabía.

Pero hoy voy comprendiendo la “espiritualidad teológica” que tenían y vivían: - al levantarse y al acostarse “hacer la Señal de la Cruz” - al ir a trabajar persignarse y decir “En nombre de Dios” - la oración en familia: al Dios “Providente”; por la vida eterna de los difuntos. Por la lluvia - el alabar a Dios porque es Dios.

Rezando las oraciones tradicionales - y la Misa, Confesión y Comunión cuando el sacerdote (Padre Emiliano Defar) iba a la Colonia: cada dos o tres meses, si no llovía - el alegrarse por el “rinde” de la cosecha propia, y valorar la cosecha de los vecinos, y el ponderar lo que tenían - la tierra es el lugar de la vida. No lugar “económico”. No empresa. Somos en la tierra y con la tierra para la “vida del mundo”.

Fui ordenado sacerdote el 6 de junio de 1976. Y en el “recordatorio” puse dos textos. No me acuerdo por qué los puse. Pero cada vez que los leo o recuerdo, me dicen cosas nuevas, que renuevan y dan frescura a mi vocación:

- Uno: “La tierra ha dado su fruto. Dios, nuestro Dios nos bendijo” (Salmo 66, 7), para decir que soy fruto de la vida de la Iglesia en el campo;

- El otro: “Aquí estoy para hacer tu voluntad” (Lc 22, 42) hace referencia a desafío, sin saber lo que viene. Tengo presente la expresión de Jesús: “Siento una angustia de muerte. Y ¿qué diré? ¿”Padre, líbrame de esta hora”? si para esto he llegado a esta hora”.

Providencia de Dios: en las parroquias donde estuve, siempre presente el mundo rural:

- en Reconquista (1976-1986), ciudad marcada por lo rural, por sus colonias, por la migración del campo a la ciudad y por la mirada de la ciudad al campo por el comercio;

- en Fortín Olmos (1986-1997) se amplió mi horizonte rural con el bosque y la ganadería;

- en La Sarita (1997-2002), zona de agricultura, mis primeros conflictos interiores: cómo armonizar, cómo conciliar lo ecológico con los agroquímicos…

- en Vera (2002-2006) viví la diversidad de culturas en la ciudad y la cultura rural en el campo;

- en Intiyaco (2006… ) el mundo de la ganadería y los bosques, y la diversidad de culturas por su historia de migraciones laborales.

2.- Mis vivencias

1.- No perdí contacto con mi familia y con mi Colonia La Angelita, no sólo por los chorizos caseros sino por la vida de la Iglesia.

2.- En mis primeros años sacerdotales, acompañar en su vida a las familias rurales:

a. acompañar la migración del campo a la ciudad (1976), “encandilados por las luces” ya que en el campo no había luz eléctrica ni televisión. La gente del campo era tomada como empleados por los municipios y las empresas “porque eran trabajadores”, y las chicas en el servicio doméstico porque eran muy buenas, trabajadoras y de confianza. Había que acompañarlos para que no pierdan sus valores y para que no se pierdan en el anonimato. Muchos de ellos eran dirigentes que había formado el “Movimiento Rural”;

b. acompañar, por las secuelas de la persecución de los militares (1972-1978) a los dirigentes rurales comprometidos, algunos de ellos en las Ligas Agrarias (institución de tipo gremial para defender los derechos de los agricultores).
Donde hubo persecución quedó la herida. Y no sana. Son mártires. Creo que lo importante en este acompañamiento es que no se buscó señalar a los “culpables” de su muerte, sino valorar su entrega y sus ideales;

c. con los jóvenes rurales participamos tanto de las primeras Peregrinaciones juveniles del NEA a Itatí como de los Cursos de Formación Integral organizados por el Movimiento Rural Diocesano.


3.- Hoy se me pide ser Asesor del Movimiento Rural Diocesano (desde 1996), detrás de dos grandes: el Padre Pablo Dugast y el Padre Antonio Pergolesi.

a. reflotar el Movimiento Rural con el nuevo nombre de “Pastoral Rural” en tiempos de Mons. Juan Martínez, ya que por la historia de la persecución había miedos. Se trabajaba como “escondido”, desde abajo, en las bases, porque las Colonias “heridas” no lo aceptaba, no veían con buenos ojos la tarea del Movimiento Rural en lo formativo y en la concientización;

b. conocer e introducirme en el mundo de las EFAs (Escuelas de la Familia Agrícola). Acompañar, animar y defender la identidad de las mismas;

c. conciliar lo ecológico con los transgénicos y agroquímicos que se imponen desde empresas y cooperativas. Son las nuevas tecnologías en agricultura, ganadería, avicultura, etc, que se imponen para producir más y ganar más. Aquí se plantea un nuevo desafío: el divorcio entre la fe y la vida: ¿tiene lugar Dios en lo cotidiano del trabajo rural?

d. acompañar y animar a los agricultores en sus manifestaciones. Más que “justificarlos” fue “iluminar” con la Palabra animándolos a que sean “realizadores de la liberación”, ya sea por la derogación de la Resolución 125, o por la defensa de sus tierras que el Banco Nación quiere rematar por deudas incobrables;

e. acompañar en los Cursos de Formación Integral de los jóvenes;

f. alentar en los reclamos por estructuras para la dignidad de la familia rural: luz eléctrica, salas de salud, caminos y pavimento, antenas para señales de telefonía celular…

4.- Las nuevas migraciones, que duelen por muchas razones: porque la gente de campo tiene que dejar su estilo de vida, su cultura rural;

- porque muchos de los que se van son agentes de evangelización que el campo pierde;

- porque la mayoría de los jóvenes que se van por estudio, no vuelven;

- porque los peones se quedan sin trabajo por la tecnificación mecánica y por el peso que supone para los patrones las leyes laborales;

- porque los “pequeños productores” sean agricultores o ganaderos van quedando sin tierra;

- porque buscando mejores condiciones de vida se van a vivir al pueblo o a la ciudad y desde allí van a trabajar sus campos…

5.- A través del Movimiento Rural me conecto con la FIMARC (Federación Internacional de Movimientos de Adultos Rurales Católicos), que me permitió ver y conocer de cerca algo del mundo rural a lo largo del mundo, sus problemas, sus anhelos y sus aspiraciones.

6.- En las Parroquias:

- disfrutar de la Fe y la Contemplación de las familias en el campo. Por eso “voy a ellos”. No me importa si son muchos o pocos. Ellos, los lejanos, también glorifican a Dios: su confianza en la “providencia”, confianza que es frescura de vida; el aceptar la adversidad como una Cruz (“¡por algo Dios me envió esto!”; “Dios me castiga (=purifica) por mis pecados”): nunca se dicen inocentes…

- disfrutar del cariño que tienen al sacerdote.

7.- Mi oración personal y la Liturgia de la Horas son matutinas. Después no lo puedo hacer…

8.- Mi formación hoy: leo L’Osservatore Romano. Me cuesta leer libros grandes…

3.- Mi pasión

El fútbol me apasiona. Y muchas veces tengo que poner “excusas” para que la gente acepte las Misas y reuniones en horarios que me convienen y liberen para ver los partidos. Y creo que desde el seno materno soy “bostero”. Boquense de corazón. Y en mi casa parroquial gozo de la huerta, fruto de mi trabajo, con el cual me alimento.

Pero lo que me mueve es la Santidad de las familias rurales. Tengo siempre presente los objetivos del Movimiento Rural: que las familias sean “educadoras de la fe, formadoras de personas y promotoras del desarrollo”. Y así generen un mundo rural y desde el mundo rural un mundo “más humano y más cristiano”.

Esto es “poner a Dios en el corazón del mundo y el mundo en el corazón de Dios”. Así es como perfeccionan la Naturaleza con su vida y trabajo (sin Dios es destruirla y robarla a Dios).

Que el hombre y la mujer rural, la familia rural, sientan el gozo de estar “dando plenitud” a la obra creadora de Dios y confiada a los hombres y mujeres. Ese “dar plenitud” significa que los productores agrícolas, los ganaderos, las granjas, los montes de leña y carbón, los jardines, se hagan servicio a los hombres en alimento, vestido, salud, recreación.

Salvo las familias de “tradición gringa”, especialmente los mayores, es difícil “encontrarlos en Misa”. Por eso “voy a su encuentro”. A saludarlos y, entre mate y mate, conversar sobre su situación. A llevarles bendición del agua, de la casa, de los objetos religiosos que algún vendedor ambulante les dejó. Y estar con los adolescentes y jóvenes en las EFAs y en los cursos.

Disfruto del celibato amando con todo mí ser y sintiéndome amado. Dos cosas tengo en cuenta, las converso con ellos y las expreso en las predicaciones:

- por y en el trabajo rural el hombre y la mujer realizan su santidad

- la Iglesia se manifiesta así: santificando a través de los cristianos.

Donde pasa el cristiano, pasa la vida santificante. Se decía de Atila que donde pasaban él y su ejército no crecía más el pasto. Yo digo: donde pasa la Iglesia pasa Dios dando Vida.

En el mundo rural no hay “adoración al Santísimo”, porque saben que por el Bautismo son Templos de Dios y que la creación es el gran Templo de Dios.

Como miembro asesor del Movimiento Rural:

- saber que el Obispo me acompaña y me alienta;

- saber y disfrutar de la valoración que la sociedad relacionada con lo rural hace de los dirigentes rurales, que nos escucha (aunque no hagan caso) y busca la palabra y la presencia de la Iglesia;

- me apasiona la construcción de la Argentina desde el mundo rural. Por eso con cariño y esperanza acompaño a las EFAs en sus luchas por la dignidad del mundo rural desde la educación-formación;

- me apasiona ver a los rurales del mundo, desde la FIMARC, con ese hambre de Vida, frente a tantos acontecimientos de muerte.

Y llevo en mi corazón el amor a la Iglesia presente en el mundo con sus luces y sombras. Y a mi patria Argentina.


Villa Cura Brochero,
7 de septiembre de 2011